Solo el hecho de tener que entrar por esa puerta te quita las ganas de asomar la colilla por la bragueta, más que nada por lo que puedas piyarte, por no hablar del momento de inicio de la operación, hasta que finaliza la misma, en el que te salpicas de "vete tu a saber qué" (esto se aprecia mas en verano, con los pantalones cortos). Cabe destacar también el ponzoñoso estado del suelo, ya que para llegar hasta la "taza" hay que ir casi remando. Todo esta sensación de bienestar, se ameniza con un agradable hedor.
Con este panorama, os podéis imaginar que casi todo el mundo se va a mear a la puta calle, excepto Barry que como es muy heavy, no hay barrera que lo detenga.
Un problema también relacionado con este tema, y también de extrema gravedad, es cuando el señor mojón llama a la puerta, y no te quedan más cojones que entrar al "aseo" y enseñar el ojete a la "taza", aunque este tema lo trataremos con detenimiento más adelante, pero si estáis ansiosos por saber de ello, siempre podéis poneros en contacto con Kastor, que entiende un poco del tema.
Así que ya sabéis amigos, a hacer guarradas a la calle.
(las fotografías son reales, y tal inodoro se encuentra ubicado en la nave 182 de Pentasa III)